sábado, 8 de mayo de 2010

Cap. 4(1)

Mi cara fue entre una mezcla de asombro y miedo. Me había olvidado en el ultimo día de lo que me había llevado hasta allí, y el sobre que había llegado me lo había recordado. Que significaba aquello? Que es lo que no sabía? Realmente me habían ocultado algo?

Andrés observo mi cara preguntando con su mirada que ocurría, le tendí el papel y me miro aun más preocupado. Pero realmente no ocurría nada. Se lo retire de la mano y lo tire a la papelera que tenia al lado. Extrañado por este gesto, le dije:

- No me acordaba que casi soy como nueva en este sitio, los niños cada vez son más originales a la hora de dar la bienvenida.
- Estas bien?- Me pregunto con un tono paternalista, cual muñeca frágil que me fuera a romper en cualquier momento.
- Si, tranquilo. Esto no significa nada. Hazme caso.

Me retire de la cocina y salí un momento al salón, momento el cual el utilizo para recoger aquel papel arrugado y guardárselo. Cuando regrese le encontré terminando de preparar la comida. Siendo consciente que aquella situación era rara, que habían ocurrido demasiadas cosas en las últimas horas y que no sabía cómo reaccionar ante todo aquello, le dije:

- Que va a pasar a partir de ahora? Quiero decir, esto se tiene que acabar…
- Que? No sé a que te refieres, Silvia.- dijo sin levantar la vista de la fuente que tenía en frente.
- Si que sabes a que me refiero. A lo que pasó ayer, a lo que va a pasar a partir de ahora.
- Ah, es eso. No se Silvia. Que quieres que te diga?
- Que que quiero que me digas? Andrés, maduremos los dos. Sabes que esto no puede seguir así; que tenemos que hacer algo.
- Quieres que deje a Andrea?
- No, no quiero eso. Lo que quiero que me digas es que no sientes nada por mi y que esto no volverá a pasar. Que estas profundamente arrepentido y que la única mujer que hay en tu vida es ella. Porque si no me dices eso, entonces no encontrare un motivo para olvidarte. Y si no encuentro un motivo para olvidarte, seguramente, no pueda estar aquí o así por mucho más tiempo.

Andrés no pudo decir nada, me miro inquieto, sabiendo que en el fondo, tenía razón. Se quiso acercar a mí pero no le deje, simplemente me dijo:

- Silvia, ¿cuanto tiempo hace que nos conocemos? ocho, nueve años. ¿Aún dudas de lo que puedo sentir por ti? ¿Aún dudas que pueda existir en mi vida otra mujer que no seas tú? Si desde que te vi por primera vez desee poder pasar el resto de mi vida contigo.
- Andrés, pero si éramos unos crios, que teníamos, ¿diecisiete años?.
- Silvia, déjame terminar, por favor.- me obligo a callar por así decirlo, era la primera vez que estaba dispuesto a ser sincero completamente. Nunca lo había sido. Le deje hablar.- Cuanto tiempo hacía que no nos veíamos. Demasiado, verdad? No nos vemos desde el último verano que decidiste pasarlo aquí, y de eso hace seis años. Pero en cambio, yo me he enterado de todas las veces que has pisado las calles de este pueblo. De los días que has pasado aquí. De la gente con la que has estado. Siempre lo he sabido; y aunque no lo creas, siempre te he visto, lo que pasa, es que tu no me has visto.- Le mire desolada, sin saber que decir o que hacer, recordando aquellos nervios que sentía cada vez que sabía que pisaría las calles de ese pueblo. Continuo.- No me preguntes porque no me acerque. Los nervios, la ansiedad, el miedo. Era una mezcla se sensaciones, una mezcla de sentimientos. El desear ir, abrazarte, pedirte que te quedaras, pedirte que me escucharas. Querer ser sincero contigo y no serlo. El no encontrar el brillo en tu mirada que tanto te caracterizaba. Te he echado muchísimo de menos, demasiado quizás. Te quiero Silvia. Y te quiero desde que te fuiste la primera vez, y me soltaste poco a poco la mano cuando te marchabas. Cuando me miraste con esos ojos que me decían " no me olvides". Cuando te prometí que te escribiría y no lo hice. Cuando te mande el primer mensaje y no conteste a lo siguientes. Si, te quiero Silvia. Te quiero y lamento no habértelo dicho antes. Y porque te quiero, se que ya no eres la misma. Desapareció el brillo en tus ojos. Y sonríes, pero tu sonrisa no es la misma, y lo se. Lo se todo de ti, Silvia.
- Andrés por favor, no sigas, esto no lo soportare.- Aguantaba las lagrimas, quizás aquello, a pesar de ser una declaración me estaba haciendo demasiado daño.- Acuérdate de...- No me dejo continuar, prosiguió el.
- No Silvia, me escucharas aunque no quieras, y no me pidas que me acuerde de ella. Quiero Andrea, si, la quiero desde hace tiempo. Pero es imposible, a ti te quiero más de lo que jamás podré quererle a ella. Jamás he sentido con ella, lo que siento estando contigo, aunque sea estando a tu lado. Se que no es justo para ella, y tampoco para ti. Pero no me pidas que te olvide. No me pidas que te odie, o que no te quiera, porque eso es algo que, sencillamente no puedo ni podré hacer nunca. Y lo siento, porque se, que ayer falle a Andrea, falle a mis amigos y también te falle a ti. Pero es una sensación indescriptible el estar en la misma habitación que tu, el pasar al lado tuya y no sentirte mía. Y si, no te olvidaré, porque no quiero, porque te quiero, porque desde aquel verano he soñado con volverte a ver, y con que pasará lo que paso anoche. Y si tuviera que volver atrás en el tiempo, volviera a hacerlo, porque es lo que sentía, aunque se, que tu hoy, no sientes lo mismo, y aunque se, que tu hoy, desearías que no hubiera sucedido. Pero las cosas siempre suceden por una razón.
- Esto no es justo, y lo sabes. No puedes declararte y fingir que no pasa nada. No puedes decirme que me quieres, no te dejo, Andrés.
- No es cuestión de que me dejes o no, Silvia. Se trata de que si hubiera tenido el valor suficiente, aquella noche, te hubiera cogido de la mano en aquella discoteca, te hubiera sacado y te hubiera dicho la única verdad que ha existido siempre. Te hubiera dicho que te quiero, y que eres la única en mi vida. Pero maldita sensatez, no sabes cómo me arrepiento de ello, Silvia.

Me encontraba de espaldas a Andrés, no quería escuchar, no quería sentir, no quería vivir, no quería estar allí con él. O quizás sí que quería. Me desmorone. Las lagrimas apareciendo lentamente por mi rostro. Inundando mi cara. El corazón me latía, hacia mucho que no lo sentía así.

- Andrés, lo siento. Pero… - me ahogaba el corazón, me ahogaban las lagrimas, me ahogaban mis sentimientos. No quería sentir; desee por un solo momento, que ese deseo, se cumpliera, pero no fue así.- en mi vida no hay sitio para nadie. Mi vida esta vacía, desde hace tiempo, y ya no me merece la pena vivir.

Se acerco por detrás, lentamente, sopesando la distancia. Me dijo:

- No te estoy pidiendo que me quieras como yo te quiero a ti. Solo te estoy pidiendo que no mientas. Que no te mientas. Que quieras volver a ser feliz. Solo te estoy pidiendo eso. Porque sé que puedes volver a ser feliz.
- Te puedo pedir una cosa, Andrés?.- le pregunte vacilando, ante su posible reacción.-
- Lo que quieras, Silvia.
- Márchate y olvídame. Ve a buscar a Andrea. Y no vuelvas a pensar en mi. Si realmente me quieres, eso no te costará.
- Estas segura?.- mi vida ya no me merecía la pena. Mi vida perdió hace tiempo el sentido, o quizás solo lo deje a un lado.
- Si.
Hola chicos: despues de algun tiempo escribiendo desvarios de mi mente, os vuelvo a deleitar con un capitulo de mi historia, lamento la tardanza en escribir, esto demasiado ocupada ultimamente y además tambien sali de viaje hace poco. Un besazo seguidores y seguir comentando.