domingo, 27 de diciembre de 2009

Cap 3 (2)

El señor Camas saluda a la recepcionista del internado y se dirige hacia la sala de profesores, su primera clase no la tiene lugar hasta dentro de una hora, por lo que decide tomarse una taza de café y corregir las redacciones de sus alumnos.

El Señor Camas es el profesor de Historia moderna, aunque realmente es un apasionado de la historia clásica. Se licencio en Historia hace unos seis años, con especialidad en Historia Clásica; hizo un postgrado en Roma y paso unos meses en Estados Unidos colaborando en un estudio gracias a una beca. El primero de su promoción y muy avalado en la Universidad donde estudio y donde la conoció. Es el tutor de uno de los cursos, y luego únicamente da clases a primero y segundo de bachillerato; también dirigía una optativa en la universidad; solo daba clases allí los jueves tarde, era una especie de seminario intensivo de cuatro horas. Se enfrascó en la lectura de aquellas redacciones y comentarios sobre la II República y pensó que no iría a ver a su invitada hasta que no fuera la hora de comer. Se pregunto cómo estaría, no le gustaba hacer aquello, pero estaba convencido que era la única forma que tenía para mantener el contacto con su antiguo yo. Hacía años que no veía a Silvia, y en el plan que él había decidido llevar a cabo ella era una parte realmente importante. Ambos habían cambiado, sobretodo él, ya no quedaba nada de aquel chico que se quedó desolado con la ruptura, pero lo que tenía claro, es que Silvia era la mujer de su vida, y él el hombre de la suya, y para eso, tenía que recuperarla y hacerle entender eso.

Se hizo la hora de la primera clase, tenía que subir al primer piso, al aula 14b. Recogió pausadamente las redacciones esparcidas por la mesa con las correcciones en rojo. Era demasiado metódico. Ordeno dichas redacciones por orden alfabético y las metió cuidadosamente en el portafolio gris, un color muy sobrio, por cierto. Cuando hubo terminado lo metió en el maletín y salió por la puerta.
Subió tranquilamente las escaleras que llevaban al primer piso, y se dirigió por el pasillo de la derecha, siendo consciente, que aunque intentara evitarlo, las muchachas en el descanso cuchicheaban como siempre sobre el buen aspecto físico que tenia. Y no es que fuera el único profesor atractivo de aquel centro, pero se ve que si el más llamativo. También estaba el profesor de educación física, Alfredo, un recién licenciado con honores, rubio y de ojos verdes, metro noventa y unos buenos brazos; o Antonio, profesor de matemáticas, de unos 30 años de edad… este último había sido la gran atracción hasta que llego el Señor Camas. Antonio, el gran Antonio, dos metros, esbelto y de cabello castaño y rizado, se sintió relajado cuando se dio cuenta que ya no era por el que las alumnas suspiraban, cedió encantado ese puesto al Señor Camas.

El Señor Camas seguía andando tan pacientemente hasta que llego a la puerta. Se había convertido en un hombre realmente serio, constante y poco sociable; salvo con los pocos amigos que aún conservaba de su niñez y de su época como estudiante universitario. Termino de perder todo contacto cuando termino la carrera y mando el currículo a esta institución educativa, y el día que se marcho a Madrid, no quiso despedirse de nadie.
Hola, como podeis ver, no cierro el blog, he visto que mi entrada anterior hizo su efecto. Ante todo desearos felices fiestas, y espero que disfruteis de todos los capitulos que vaya subiendo. Un besazo para todos de Rocio

viernes, 11 de diciembre de 2009

Lo siento

Estimados Lectores:
Siento, para empezar, escribir esto y de la forma en que pueda escribirlo ofenda a alguno, si lo hace, no es mi intencion, de verdad. Soy una persona que se alegra de cada nuevo seguidor que tiene y de cada nuevo comentario que recibe, me hacen realmente feliz, como se, que todos los comentarios que contesto hacen realmente feliz.
Es por ello, que salvaguardando mi inspiración y mi novela, porque esto es un trabajo que llevo haciendo bastante tiempo, voy a pedir que cada nuevo seguidor que se una, o aquellos que esten unidos y tengan blog, lo habiliten para que pueda leerlo, porque si no lo hacen, lo unico que me demuestran es que pueden estar plagiando. Repito, nunca me ha importado que pudiera tomarse como modelo mi novela, pero lo que no me gustaria es que la estuvieran plagiando totalmente, porque nadie sabe las horas que puedo estar para escribir una pagina de un capitulo y que quede tan bien que os guste.
Es por ello que, os pido este unico favor, porque es lo unico que os he pedido hasta ahora. Si no me lo permitis, me vere en la obligación de dar por terminada esta novela y escribir entradas sueltas, sabiendo que ello perjudicará a todo el mundo que me sigue de buena fe; y solo les quedarán saber como continua la novela, si algun dia llega a publicarse.
Por favor, hacerme caso, los problemas de propiedad intelectual son muy graves, y no me gustaria, que me estuvieran plagiando (de la forma en que lo hagan, y sabiendo que hay blogs mejores que el mio). Esta entrada no es en plan de me creo mejor que nadie, todo lo contrario, soy una persona normal y corriente, que tiene su inspiracion y lleva una trayectoria mas o menos larga escribiendo relatos y esta es la primera novela que hace.
En fin, en un par de semanas, volveré a observar todos los seguidores y si estos tienen habilitados su blog, sino, automaticamente eliminare todos los capitulos y escribire relatos o entradas cortas.
Un saludo, y realmente lo siento.
Con cariño:
Rocio

sábado, 5 de diciembre de 2009

Cap 3 (1)

Toc, toc, toc…

El Señor Camas, anda rápidamente en dirección al portalón que sirve de entrada al Josep Renau. El Señor Camas, 1,90 de altura, moreno, ojos miel de aspecto atlético y guapo, hace las delicias de todas las alumnas, que suspiran cuando pasan a su lado. Vestido de sport. Con pantalones vaqueros y polo negro, y zapatos marrón. Su indumentaria se retoca con una chaqueta de piel también del mismo color que su maletín.

Anda con aspecto distraído, mirando al frente con sus oscuras gafas de sol, desde que se incorporara hace ya 3 años al claustro de profesores del internado, ninguno de sus “colegas”, como se llaman entre ellos, sabe gran cosa de su vida privada. Únicamente que no vive en el internado como ellos, pero si en un ático en un edificio moderno en dos calles más allá de donde está situado el internado y una vieja relación truncada con una tal llamada Silvia, del que muchos creen, que sigue enamorado. Pocos saben que su nombre de pila es Alberto, eso realmente importa poco.

De carácter reservado, el Señor Camas se dispone a cruzar el portalón cuando suena su móvil. Levanta un poco el brazo donde lleva sujeto su austero maletín marrón de piel y con ayuda del otro lo saca del perfectamente colocado bolsillo izquierdo interior del maletín.

Una vez en su mano, lo coge y se gira mirando a la calle, de espaldas al internado y baja dos o tres de los varios escalones de los que llevan a la puerta. No se ha quitado las gafas, y ni siquiera se ha dado cuenta que muchas de sus alumnas le observan suspirando por las ventanas. Algo innato el hecho de llamar la atención de esa forma. Finalizada la conversación, se dispone a entrar, en ese momento se cruza con la señorita Lauren, la profesora de literatura de ese mismo internado. No se ha dado cuenta de que se ha sonrojado al verle pasar. Lo cierto es que entre los colegas se comenta que existido alguna especie de affaire entre ellos.
- Buenos días señor Camas, que tal va todo?-
- Hola Lauren, perdona, no te había visto? Alguna novedad?.
- Nada interesante, todo sigue como siempre, yo tengo que marcharme al médico, ya me sustituirá alguien.
- Vale, hasta luego Lauren.
- Chao Señor Camas.
La Señorita Lauren sale corriendo, a pesar de que finge que no siente nada por el Señor Camas, se siente irremediablemente enamorada de él. Pero esta realmente convencida de que no conseguirá nada. Que esa tal Silvia sigue ocupando la mente de “Alberto”, nunca se había permitido llamarle por su nombre de pila. Nunca.