jueves, 2 de julio de 2009

(14)

Al día siguiente, todo igual, la misma preocupación y el mismo recordatorio de aquellos labios finos y dulces de hacia unas noches. Esos mismos labios que sabía, no volvería a tener… ¿Cuanto podía quemar el deseo? ¿Y la ignorancia? Si, la ignorancia… porque el no sabía después de tanto tiempo que es lo que les pasó. Se acabo la magia? ¿Se acabo la ilusión? ¿Se rompió la cuerda? Nunca lo había sabido, y ahora se daba cuenta, de que, da igual el tiempo que hubiera pasado, la razón por la que no lo sabía, es que nunca quiso que ella le explicara. La razón por la que ahora no sabía los porque, era, precisamente, porque el no quiso saberlos. La culpa de que todo fuera tan indeciso, tan incalculable, tan lamentable, no era de ella al fin y al cabo, era de él, que nunca quiso saber absolutamente nada.

Y eso es lo que pasaba ahora, se sentía de una manera que ni el mismo sabía explicar, y no lograba entender que quería hacer respecto de esa situación. Continuar la vida sin ella no había sido fácil, al principio, hasta que encontró el equilibrio que le permitió ser pacifista consigo mismo. Lo cierto es que supo fingir bien, los besos de otra le ayudaban a no pensar, y el saber, que ella, tarde o temprano, se enteraría y volvería suplicando por él, el dieron fuerzas y el suficiente ego para sobrevivir… Sabía fingir muy bien, como un perfecto actor. Y aunque llegaron esos auxilios, que él deseaba tanto como ella, se desvanecieron tan pronto como un latido de corazón; y después, desaparecieron, sin volver a verla, sin saber de ella. Como si no existiera.

Ahora, después de tanto tiempo, el se preguntaba si para ella había sido igual, si para ella también había sido como si él no existiera. Nunca se puso en su lugar, y menos lo iba a hacer ahora, aunque deseara volver a pasar otra noche, o día, o toda la vida con ella. Siempre ejerció un gran embrujo sobre él. Esta situación debía acabar, se olvido que para ella había acabado ya. Volvió a recordar sus conversaciones de teléfono; su brillo en los ojos cuando hablaba con él, su risa en el campus; su alegría con el viaje…
Meneo la cabeza para despejar su mente.

Pensar de ella le estaba complicando de nuevo la existencia… más bien, pensar en lo ocurrido la otra noche, con ella, le estaba complicando su placentera vida. Sin duda alguna tenía que terminar con aquello, fuera como fuera. Aunque tuviera que coger un avión y mirarla a la cara de nuevo. Para ser sincero, prefería que ese extremo no tuviera que llegar.

Y así pasaron los días, la misma rutina. Las clases. Las risas. Los amigos. Y la rubia, que sabia como insinuarse para que el terminara enredado siempre. Aunque eso no costara mucho. Esa chica rubia siempre estaba ahí, a pesar de conocerla poco, de no tener el más mínimo interés por ella. ¿Cuántas había ya en su lista?

La volvió a llamar al cabo de tres días… Sonó, y sonó el teléfono, para él los pocos tonos que tuvo que esperar eran una especie de agonía, incesante, agobiante. Hasta que alguien contesto al otro lado de la línea…

2 comentarios:

Lucia dijo...

me gusto mucho este capitulo :D
cada vez me gusta mucho mas tu historia :D

Lucia dijo...

Hola!
bueno solo me pasaba para decirte que me he creado yn blog que cuenta la historia de como una chica normal se convierte en una chica que sale en todas las portadas de revistas y se oye su musica en todas partes
Creo que la historia merece la pena porque la hice con esfuerzo aqui te dejo la URL por si quies pasarte,te lo agradeceria mucho
Gracias y besos
http://summershistories.blogspot.com/