viernes, 2 de julio de 2010

Cap 4 (3)

Llegue a casa. Todo estaba como siempre. Vivía sola desde hacía un par de años, y mi casa estaba tal y como la deje. Mis padres me esperaban para cenar. Decidí darme una ducha y vestirme. Al cabo del rato, revise el correo.

Salí de casa con unos vaqueros y una camiseta de tirantes. Agarre la rebeca por si al volver, hacía algo de frio. Y en el bolso, las llaves y el móvil encendido, por si alguien, decidía ponerse en contacto conmigo. Camine las calles de mi ciudad que llevaban hasta casa de mis padres, como si hiciera demasiado tiempo que no las pisara. En el fondo nada había cambiado. Yo seguiría siendo la misma durante mucho tiempo, no creo que ahora algo, o alguien, fuera a cambiarme.

De camino me encontré con mi hermana Lisa, su pelo rubio ondulado se mecía al compás de la brisa que soplaba aquella tarde. Había salido ya de trabajar y me cogió por detrás para soltarme un sonoro beso en la mejilla. Reí al verla, y ella rió al verme a mí, acto seguido dijo:

- Hola hermanita, ya era hora que dieras señales de vida. Me he aburrido mucho sin poder ir a verte y molestarte un poco.- Me sonrío y saco la lengua a modo de broma. Se intuía que era la pequeña de los cuatro hermanos. A pesar de tener los 20 años de edad, seguía teniendo momentos de niña.
- Si?? Me alegro, yo también me aburrido mucho sin poder pelearme contigo.

Me miro, no dijo nada más.

La cena, transcurrió como siempre. Entre los besos de bienvenida y los chismorreos de nuevos. Hacía demasiado tiempo que esas cenas resultaban incomodas. Y no únicamente por mí. Con el paso del tiempo, todos habían comprendido que yo, había dejado de darle importancia a determinadas cosas en la vida. Con el paso del tiempo, comprendieron que yo estaba ausente. Para ello no hizo falta mucho. Igual que para mí tampoco hizo falta mucho para comprender, que aquel, era el sitio donde menos deseaba estar. Mi madre con el paso de los años, desistió cualquier intento de entrar en mi interior y averiguar que me paso. Y mi padre, se dio cuenta, que yo hacía demasiado tiempo que había dejado de confiar en las personas.

Al terminar volví a mi casa. Mi hermano Alan suplico acompañarme, por alguna extraña razón se resistía a comprender el porqué de todo. Tenía 24 años, era gemelo de Jason, y siempre me había adorado. A decir verdad, yo también los adoraba. Los únicos. Reían continuamente. Cuando se dieron cuenta que yo ya no quería vivir, que yo ya no quería ser alguien, fueron los que decidieron que yo tenía que vivir. Comprendieron que debían protegerme, que debían cuidarme. Jason era un Licenciado en Económicas, con un postgrado en Análisis aplicados de los sistemas económicos; gran aficionado al deporte y un entusiasta de la vida; tenía una novia con la que llevaba desde que tenía creo que eran los 18. Era de cuerpo atlético y fibroso, con unos ojos enormes de color oscuro y un pelo alocado y rizado. En cambio, Alan era todo lo contrario, contaba con una Ingeniería Industrial, era tan alto como Jason, pero todo lo contrario a él, delgaducho y de aspecto frágil, adoraba montar a caballo y los días de sol. Era demasiado serio para los 24 años con los que contaba en su haber. Siempre le decía que viviera la vida, que no fuera como yo. Alan y yo, quizás fuéramos demasiado similares.

Una vez me dejo en el portal de mi casa, me dio un tierno, pero a la vez fuerte beso en la mejilla, me abrazo como hacia siempre y me susurro al oído:
- Te quiero, chiquitina.-

Me miro, sonrió burlonamente, y acto seguido giro sobre sus pies y se fue de vuelta a casa de mis padres, mientras se alejaba levantaba la mano a modo de despedida. Lo adoraba, era como el cielo que se abría cuando yo solo veía nubes. A partir de ese momento, me quedaba sola de nuevo. De hecho no me quedaba sola desde aquel malentendido Andrés, si es que se le podía llamar así. Para ser franca, cada vez que lo recordaba me quemaba, aquella sensación siempre había sido inevitable asociada a su persona. Por alguna vez en mi vida, me hubiera gustado sentir indiferencia. Subí a mi piso, un ático; al entrar lo mire todo detenidamente, estaba como siempre. Entre y me descalce en el umbral de la puerta. Tenía mi apartamento decorado en consonancia. Las paredes era generalmente en colores claros, cuando las vi, algo me hizo pensar en que debían repintar el piso, utilizar un color distinto. Los muebles del comedor eran en tonos oscuros; hacían contraste con el claro color de las paredes, al igual que los apliques de la luz del techo. Me dirigí hacia mi habitación, mientras encendía todas las luces. Mi habitación era sencilla, una cama de matrimonio, con el cabezal de hierro forjado en color blanco, siempre me habían gustado las camas así, el armario era imitación a antiguo también de color blanco, que configuraba esa armonía. Sin embargo, toda esa claridad, chocaba con la ropa de cama de colores eléctricos que había elegido. En una de las paredes, al lado opuesto donde se hallaba situado el amplio armario, tenía un espejo largo y grande y a su lado, un galán de noche, había sido una fortuna encontrarlo en color blanco. Todo ello daba una sensación de paz y tranquilidad.

Teniendo el piso totalmente iluminado. Antes de llegar al dormitorio, pase por la salón y encendí la televisión. Luego, me dirigí tranquilamente al dormitorio. Me senté en mi cama, revisando en mi memoria todo lo ocurrido, cansada. Era hora de cambiar el pensamiento. De olvidarme de todo. Me había dado cuenta de que no podía seguir así.

Me desvestí y me puse un fino pijama, de pantalón largo y camiseta de tirantes, aun de verano. Salí de la habitación, andando descalza, era una manía que había adquirido con los años, desde que era pequeña, y seguramente, nunca la cambiaría. Apague la luz, y fui al salón, a ver la televisión, aun no me apetecía dormir. Odiaba la monotonía, aunque inverosímilmente, me había convertido en seguidora de la misma desde que termine la carrera y me adentré en el mundo laboral. Mi trabajo, Ahren; no había hablado con él desde que me visito la noche que volví del hospital. Después me marche sin decir nada. Él no llamó.

Me acurruque a un lado del sofá, sin pensar en nada, únicamente por ver algún programa de los que echaran en la televisión, me daba igual que fuera algo o no que mereciera la pena. Dejé el móvil sobre la mesa, con volumen. Al final, empezó una película. Antes, me levanté y cerré un poco la cristalera que daba a la terraza, la suave brisa de finales de verano siempre me provocaba una ligera sensación de frio. Después de llevar un tiempo con la vista fijada en la televisión, cada vez me resultaba más difícil mantener los ojos abiertos, llegó un momento en que los parpados empezaron a resultar cansados, intenté seguir despierta, para captar el hilo argumental de la película, pero finalmente, cedí.

Íbamos en el coche, ella riendo, hacía sol y yo llevaba puestas mis gafas de sol. Sam llevaba sus gafas de vista y tenía el pelo recogido. No recuerdo que estábamos hablando, pero en un momento… Alguien nos sorprendió de frente, intento esquivarle, pero no pudo. Nos dimos con ese coche, dimos tres vueltas de campana. Quedamos con el coche boca abajo. Yo, estaba con el cinturón puesto, note como alguien me arrastraba y me sacaba fuera, ¿quién? Después, me desfallecí.

Me levanté sobresaltada, hacia semanas que no soñaba con el accidente, demasiado tiempo. Pero esta vez había ido más allá, no salí yo misma del coche, alguien me saco. Me levante y mire el reloj, la una de la madrugada, solo habían pasado dos horas, no podía volver a dormir. Siempre me costaba conciliar el sueño después de soñar con el accidente. Me dirigí hacia la cristalera. Estaba inquieta. Entonces, me acerque a la mesa y cogí el móvil. Luego, marque. Lo cogieron a los dos tonos.

Hola… Lo siento… Umm, lo sé… Siento no haberte llamado en estas semanas, necesitaba estar sola… Sé que no es excusa, pero… estoy en casa, y no me gustaría estar sola, sé que no debería pedírtelo, pero, por favor, podrías venir a pasar la noche conmigo… Gracias.

Sé que tendría que pagar un precio quizás algo alto, por la llamaba que acababa de hacer, pero no me apetecía estar sola, como en tantas otras veces anteriores, revise que todo estuviera en orden, pero esta vez no me hizo falta andar como loca recogiendo todo. Esta vez, estaba todo en perfecto estado. Fui al cuarto de baño y comprobé que mi aspecto, estuviera más o menos presentable. Me retoque un poco el pelo y me lavé la cara. Me la seque y acto seguido, me fui al comedor. Como tantas otras veces, me sentía nerviosa por verle. Me fui a la terraza, a sabiendas que tendría frio en ella, pero adoraba ver la ciudad de noche, con sus luces y todo el ajetreo de un viernes noche. No tuve que esperar mucho más, a los cinco minutos de estar en la terraza, helada de frio, sonó la puerta.

Al abrirla, ahí estaba él, como una estatua en el umbral de la puerta de mi apartamento. Vestido con unos vaqueros y una camiseta. Sin chaqueta. Tenía cara de soñoliento, y llevaba puestas sus gafas de vista. Me quede mirándole, sintiéndome culpable por no haberle dicho nada al marcharme. Balanceándome sobre mis pies, como si fuera una niña que no hubiera roto un plato en su vida. Me fije que esperaba alguna clase de bienvenida, entonces dije:

- Hola!.-Le dedique una de mis mejores sonrisas a Ahren, por si conseguía aliviarle un poco. contesto
- Hola.- Iba a decirle algo, como un lo siento, o perdóname, pero me hizo un alto para que callara, entonces dijo.- No lo vuelvas a hacer.

Para ser alemán, Ahren hablaba demasiado bien español, tanto, que me asusto. Me recordaba a mi padre cuando era una quinceañera. Tenía treinta y un años, era tres años mayor que yo. Rubio y esbelto, todo lo contrario a los hombres con los que siempre me había relacionado. El era fuerte, alto, con buen cuerpo. Vivía aquí con Giselle, su hermana, y sus padres residían en Hamburgo, una ciudad situada al norte de Alemania y que limitaba con el Mar del Norte. Ahren adoraba su ciudad, y siempre que podía me contaba alguna historia sobre ella. Había venido a España a estudiar un Máster y se terminó quedando. Trabajábamos juntos desde hacía unos cuatro años, y nos compenetrábamos a la perfección. Me di cuenta que estaba más serio que de costumbre, y comprendí, que llevaba bastante tiempo haciendo algunas cosas mal.

Me acerque a él buscando su perdón, mirándole a los ojos. Sin darme cuenta, un par de lágrimas aparecieron en mis ojos, y entonces le dije:
- Lo siento, Ahren. Necesitaba estar sola.- Se acerco a mí, y me abrazo, luego dijo:
- Lo sé cielo, pero estaba preocupado.

Ahren entro dentro del apartamento y siguió abrazándome, siempre sabía en momento justo en que tenía que abrazarme. Aquello me recordaba a alguien. Lo hacía sin yo tener la necesidad de hablarle. Era algo que me gustaba, me sentía protegida. Le mire a los ojos y le bese, tiernamente. Luego le dije:
- Gracias por venir, perdóname.

Ahren no dijo nada, solamente me miro y me volvió a besar. Yo comencé a aferrarme a su cuerpo. El me abrazaba con fuerza, fuimos al sofá, me senté apoyada en su torso, aferrándome a él. Buscándole. Me levanto la cara, y me beso en los labios, cada vez con más intensidad. Cuando nos dimos cuenta, yo estaba intentando quitarle la camiseta, mientras él se desabrochaba los pantalones, luego, me quito los míos, me levanto y me llevo en brazos hasta el dormitorio. Me coloco sobre la cama con cuidado y comenzó a acariciarme. Yo me sentía torpe, como si fuera la primera vez que vivía aquella situación él, aunque no fuera así. Al cabo de un rato, caímos los dos rendidos.

Me dormí abrazada a él.

jueves, 17 de junio de 2010

Cap 4(2)

Podría haberle dicho que también sentía algo por él. Que cada vez que pisaba las calles de aquel pueblo me temblaban las piernas pensando solo la idea de volver a verle. Que me daba igual Andrea y todo el mundo. Que me daba igual fallar a las personas. Que no me daba igual pedirle que se marchara. Pero no lo hice. Llegados a este punto, los trenes se habían marchado. No habíamos sido puntuales.

Andrés dejo todo lo que pudiera tener en la mano. Salió de la cocina y fue camino del pasillo, no le mire, no me di cuenta de su rostro, si lloraba o reía, si era feliz o infeliz. Me era más sencillo mentir y ser cobarde, que intentar abrir de nuevo mi corazón y sentirme alguien especial. Solo se que cogió sus cosas y se marcho. Cerró la puerta tras de sí. No salí a despedirle. No corrí a pedirle perdón, a decirle tantas cosas. Solo supuse que se marcho por el ruido de la puerta al cerrarse. No quedo nada en casa de él. Solo se quedaría en mi mente. Me recosté sobre la pared, aguantando la respiración. Lentamente me fui deslizando hasta quedar sentada en el suelo.

Me quedé allí, encogida en el suelo. Mirando a un punto fijo que ni yo misma sabia cual era. Permanecí en aquella postura, horas. Aguanté la ansiedad, la tensión, el dolor, el tiempo. Dejando que pasaran las horas, el tiempo. No lloré, como en estado de shock. En aquella estancia, rodeando mis piernas con mis brazos. Desbordada. Sin salir. Dejando que sonara el teléfono, dejando que llamaran a la puerta. Oscureció y se hizo de día nuevamente y yo, sin moverme, en la misma habitación y en la misma postura. Sin parpadear, sin dormir y sin querer respirar pero respirando. Y volvió a anochecer, y yo permanecí allí, quieta. Inmóvil. Sin ser fuerte. Sin querer sentir. Sin hablar. Sin decir nada. Sin pensar nada.

Ya no sentía ni el ruido de la puerta, ni el sonido del teléfono. Me evadí, como aquella tarde en la fiesta, mi cabeza ya no pensaba. Y entonces alguien abrió la puerta, y entro, gritando como loco.

- Silvia, Silvia! Por favor Silvia, contesta. ¿Donde estas?

Fue entonces cuando noté que alguien me zarandeaba, haciéndome volver en sí. Un familiar. Él tenía la cara desencajada, creo que estaba asustado. Fue entonces cuando las lágrimas aparecieron en mi rostro. No dije nada. Únicamente balbucee:
- Oh, no!

Fui consciente de que la persona que estaba allí era mi primo. Comenzó a respirar al comprobar que yo había reaccionado. Su novia trajo una jarra con agua y me obligo a beber. Por otro lado, mi primo cogió el teléfono y se dispuso ha hablar a través de el. Su novia, me instó a levantarme y me llevó al sofá. Allí me tire, y dejé que nuevamente, pasaran las horas.

El teléfono dejó de sonar, y la puerta dejo de ser tocada. Yo solo respiré y descansé. Cuando desperté, todo comenzó a ser como unos días atrás.

Los médicos, la medicación. La tensión, y las guardias. Cada día alguien distinto, pero Andrés no volvió. Pasaron los días y yo volvía a respirar. Al cabo de tres semanas había pasado por demasiados estados anímicos. Varios ataques de ansiedad, un desmayo, un estado de shock y varías cosas más. Me quedaban dos semanas de vacaciones, las cuales intenté que pasaran rápido. Me permití el lujo de hacer una vida... normal. La vida normal de una joven de casi treinta años de edad.

Salía a correr o a dar un paseo todas las mañanas. Ver a mis amigos. Visitar a mi familia. Salir ha hacer excursiones, conocer los pueblos de los alrededores. Tomar algo en una simple cafetería. Coger el teléfono cuando sonará.

Terminaron mis vacaciones, yo debía volver a casa; había pasado un mes y algo en el pueblo. De mediados de Agosto a finales de Septiembre. A principios de Octubre debía incorporarme a la firma para la que trabajaba. La mañana de mi regreso a casa, estaban todos en la puerta para despedirse. Todos menos Andrés. No le vi desde nuestra discusión. Para ser exactos, nadie le había visto, ni tampoco habían hablado con él.

Andrea lo único que decía es que estaba muy ocupado y que ella, apenas, también le veía. Porque con ella si que hablaban. Andrés no cogía el teléfono. Nadie decía nada, pero entre ellos circulaban los rumores.

No podía hacer nada. Echarle de mi vida había sido suficiente, tanto para él como para mí. Especialmente para él.

Cerrando las puertas, nadie podría entrar. Así nadie podría hacerme daño.

Cogí el coche, cargue las maletas y me despedí de todos. En el fondo no me aliviaba el hecho de volver a casa. Pero debía enfrentarme a todo, si de algo me había dado cuenta en ese mes y medio, es que no se podía huir de determinadas cosas, porque siempre estarían ahí. El camino a casa fue tranquilo. Disfrutaba viajar sola, aunque aquello me hiciera pensar. No pude evitar llorar, pero solo fueron unas lágrimas. Después, me serene y decidí, que todo en esta vida, tenía su fin.

domingo, 13 de junio de 2010

En primer lugar dar gracias por los dos premios anteriores. Seguidamente decir que he abierto otro blog: se llama Deshaciendo Historias... y decir que es totalmente distinto a este, pero sin duda tambien puede que os guste, me encantaria que os pasarais... (www.rocio221.blogspot.com).

Y por ultimo, pediros perdon por no actualizar desde hace un mes, este ultimo mes ha sido muy estresante y mi vida ha estado repleta de sucesos y momentos de tension... a todos los que me leen, gracias por seguir haciendolo, y os prometo que mañana colgare otro capitulo.

Un beso a todos!!!

Premio 2:


Las instrucciones del premio son: tienes que agradecerlo a quien te lo dio, dárselo a 10 blogs que sigas, decir 10 cosas interesantes de ti y como nació tu blog!!

En primer lugar, agradecer a MySoul por darme este premio y considerar que lo merece. Muchas gracias... Eres un sol!!!

10 Cosas sobre mi:
1. Perdi mi gran risa hace bastante tiempo.
2. Ame locamente a alguien que fue especial.
3.Tengo dos angeles guardianes que velan por mi todos los dias.
4. A mis 25 años tengo soy Licenciada en Derecho y tengo un master en Comercio Internacional.
5. Me encantan los niños.
6. Soy bastante seria.
7. Soy leal y adoro a mis buenos amigos.
8. Confio poco en las personas...
9. Me encantaria conocer Egipto.
10. Este ha sido sin duda uno de los mejores años de mi vida.

¿Como nacio mi blog?
Lo cierto es que nacio hace bastante tiempo... siempre me ha gustado escribir relatos y y poner algo autobiografico en ellos... Es dificil de explicar.

Premios:
1. Pensando en ti otra vez.
2. Sin miedo a Soñar.
3. Mas allá de la edad.
4. Gritos de tristeza.
5. Sacrificios.
6. No puedo enamorarme de ti.
7. Deseo de cosas imposibles.
8. Reloj de arena.
9. El secreto de Tanya.
10. Triste Despedida.



Premio 1




Reglas


1.- Agradecer al blog que te lo dio:

Pues muchas gracias a Andrea que me dio este premio hara cosa de dos o tres semanas, pero me fue imposible actualizar hasta ahora.


2.-¿cual es el tema de tu blog?

Para mi es dificil de describir... Pero sin duda tiene un punto de misterio y amor que siempre me gustan.


3.-que piensas del blog que te premio?

Le doy las gracias por pensar que mi blog tenia algo para merecer un premio, y tambien creo que todas las historias tienen algo que las hacen especiales.


4.-del uno al mil...¿que numero serias y por que?

Siempre me ha gustado el numero 5, asi que todos los numeros que tengan un cinco me gustarian... el 25, 50...


5.-para siempre o para toda la vida???

Me encantaria que para siempre...


6.-tus tres libros favoritos:

Para mi esto es dificil, porque me encanta leer y he leido mucho a lo largo de mis 25 años... Pero algunos libros que siempre releo son

_ Mi admirados secreto.

_ El codigo Da Vinci.

_ La hija de dios.


7.Otorgar Premios:


Solo otorgare el premio a dos personas: la primera es a Maria Bel por su blog: mas allá de la edad.

El segundo a MySoul y su blog sacrificios, porque todos sus comentarios hacen que me sonrojen...

sábado, 8 de mayo de 2010

Cap. 4(1)

Mi cara fue entre una mezcla de asombro y miedo. Me había olvidado en el ultimo día de lo que me había llevado hasta allí, y el sobre que había llegado me lo había recordado. Que significaba aquello? Que es lo que no sabía? Realmente me habían ocultado algo?

Andrés observo mi cara preguntando con su mirada que ocurría, le tendí el papel y me miro aun más preocupado. Pero realmente no ocurría nada. Se lo retire de la mano y lo tire a la papelera que tenia al lado. Extrañado por este gesto, le dije:

- No me acordaba que casi soy como nueva en este sitio, los niños cada vez son más originales a la hora de dar la bienvenida.
- Estas bien?- Me pregunto con un tono paternalista, cual muñeca frágil que me fuera a romper en cualquier momento.
- Si, tranquilo. Esto no significa nada. Hazme caso.

Me retire de la cocina y salí un momento al salón, momento el cual el utilizo para recoger aquel papel arrugado y guardárselo. Cuando regrese le encontré terminando de preparar la comida. Siendo consciente que aquella situación era rara, que habían ocurrido demasiadas cosas en las últimas horas y que no sabía cómo reaccionar ante todo aquello, le dije:

- Que va a pasar a partir de ahora? Quiero decir, esto se tiene que acabar…
- Que? No sé a que te refieres, Silvia.- dijo sin levantar la vista de la fuente que tenía en frente.
- Si que sabes a que me refiero. A lo que pasó ayer, a lo que va a pasar a partir de ahora.
- Ah, es eso. No se Silvia. Que quieres que te diga?
- Que que quiero que me digas? Andrés, maduremos los dos. Sabes que esto no puede seguir así; que tenemos que hacer algo.
- Quieres que deje a Andrea?
- No, no quiero eso. Lo que quiero que me digas es que no sientes nada por mi y que esto no volverá a pasar. Que estas profundamente arrepentido y que la única mujer que hay en tu vida es ella. Porque si no me dices eso, entonces no encontrare un motivo para olvidarte. Y si no encuentro un motivo para olvidarte, seguramente, no pueda estar aquí o así por mucho más tiempo.

Andrés no pudo decir nada, me miro inquieto, sabiendo que en el fondo, tenía razón. Se quiso acercar a mí pero no le deje, simplemente me dijo:

- Silvia, ¿cuanto tiempo hace que nos conocemos? ocho, nueve años. ¿Aún dudas de lo que puedo sentir por ti? ¿Aún dudas que pueda existir en mi vida otra mujer que no seas tú? Si desde que te vi por primera vez desee poder pasar el resto de mi vida contigo.
- Andrés, pero si éramos unos crios, que teníamos, ¿diecisiete años?.
- Silvia, déjame terminar, por favor.- me obligo a callar por así decirlo, era la primera vez que estaba dispuesto a ser sincero completamente. Nunca lo había sido. Le deje hablar.- Cuanto tiempo hacía que no nos veíamos. Demasiado, verdad? No nos vemos desde el último verano que decidiste pasarlo aquí, y de eso hace seis años. Pero en cambio, yo me he enterado de todas las veces que has pisado las calles de este pueblo. De los días que has pasado aquí. De la gente con la que has estado. Siempre lo he sabido; y aunque no lo creas, siempre te he visto, lo que pasa, es que tu no me has visto.- Le mire desolada, sin saber que decir o que hacer, recordando aquellos nervios que sentía cada vez que sabía que pisaría las calles de ese pueblo. Continuo.- No me preguntes porque no me acerque. Los nervios, la ansiedad, el miedo. Era una mezcla se sensaciones, una mezcla de sentimientos. El desear ir, abrazarte, pedirte que te quedaras, pedirte que me escucharas. Querer ser sincero contigo y no serlo. El no encontrar el brillo en tu mirada que tanto te caracterizaba. Te he echado muchísimo de menos, demasiado quizás. Te quiero Silvia. Y te quiero desde que te fuiste la primera vez, y me soltaste poco a poco la mano cuando te marchabas. Cuando me miraste con esos ojos que me decían " no me olvides". Cuando te prometí que te escribiría y no lo hice. Cuando te mande el primer mensaje y no conteste a lo siguientes. Si, te quiero Silvia. Te quiero y lamento no habértelo dicho antes. Y porque te quiero, se que ya no eres la misma. Desapareció el brillo en tus ojos. Y sonríes, pero tu sonrisa no es la misma, y lo se. Lo se todo de ti, Silvia.
- Andrés por favor, no sigas, esto no lo soportare.- Aguantaba las lagrimas, quizás aquello, a pesar de ser una declaración me estaba haciendo demasiado daño.- Acuérdate de...- No me dejo continuar, prosiguió el.
- No Silvia, me escucharas aunque no quieras, y no me pidas que me acuerde de ella. Quiero Andrea, si, la quiero desde hace tiempo. Pero es imposible, a ti te quiero más de lo que jamás podré quererle a ella. Jamás he sentido con ella, lo que siento estando contigo, aunque sea estando a tu lado. Se que no es justo para ella, y tampoco para ti. Pero no me pidas que te olvide. No me pidas que te odie, o que no te quiera, porque eso es algo que, sencillamente no puedo ni podré hacer nunca. Y lo siento, porque se, que ayer falle a Andrea, falle a mis amigos y también te falle a ti. Pero es una sensación indescriptible el estar en la misma habitación que tu, el pasar al lado tuya y no sentirte mía. Y si, no te olvidaré, porque no quiero, porque te quiero, porque desde aquel verano he soñado con volverte a ver, y con que pasará lo que paso anoche. Y si tuviera que volver atrás en el tiempo, volviera a hacerlo, porque es lo que sentía, aunque se, que tu hoy, no sientes lo mismo, y aunque se, que tu hoy, desearías que no hubiera sucedido. Pero las cosas siempre suceden por una razón.
- Esto no es justo, y lo sabes. No puedes declararte y fingir que no pasa nada. No puedes decirme que me quieres, no te dejo, Andrés.
- No es cuestión de que me dejes o no, Silvia. Se trata de que si hubiera tenido el valor suficiente, aquella noche, te hubiera cogido de la mano en aquella discoteca, te hubiera sacado y te hubiera dicho la única verdad que ha existido siempre. Te hubiera dicho que te quiero, y que eres la única en mi vida. Pero maldita sensatez, no sabes cómo me arrepiento de ello, Silvia.

Me encontraba de espaldas a Andrés, no quería escuchar, no quería sentir, no quería vivir, no quería estar allí con él. O quizás sí que quería. Me desmorone. Las lagrimas apareciendo lentamente por mi rostro. Inundando mi cara. El corazón me latía, hacia mucho que no lo sentía así.

- Andrés, lo siento. Pero… - me ahogaba el corazón, me ahogaban las lagrimas, me ahogaban mis sentimientos. No quería sentir; desee por un solo momento, que ese deseo, se cumpliera, pero no fue así.- en mi vida no hay sitio para nadie. Mi vida esta vacía, desde hace tiempo, y ya no me merece la pena vivir.

Se acerco por detrás, lentamente, sopesando la distancia. Me dijo:

- No te estoy pidiendo que me quieras como yo te quiero a ti. Solo te estoy pidiendo que no mientas. Que no te mientas. Que quieras volver a ser feliz. Solo te estoy pidiendo eso. Porque sé que puedes volver a ser feliz.
- Te puedo pedir una cosa, Andrés?.- le pregunte vacilando, ante su posible reacción.-
- Lo que quieras, Silvia.
- Márchate y olvídame. Ve a buscar a Andrea. Y no vuelvas a pensar en mi. Si realmente me quieres, eso no te costará.
- Estas segura?.- mi vida ya no me merecía la pena. Mi vida perdió hace tiempo el sentido, o quizás solo lo deje a un lado.
- Si.
Hola chicos: despues de algun tiempo escribiendo desvarios de mi mente, os vuelvo a deleitar con un capitulo de mi historia, lamento la tardanza en escribir, esto demasiado ocupada ultimamente y además tambien sali de viaje hace poco. Un besazo seguidores y seguir comentando.

domingo, 11 de abril de 2010

Razón vs Corazón

A contratiempo, como aquella cancion de Ana Torroja. Como si le hiciera un pulso a mi razón y a mi corazón y eso no tuviera sentido. Ya no se donde estoy, ni en que punto me encuentro. Ni se quien ganará la batalla, ni se quien quiero que la gane. ¿Porque es tan dificil?


Tengo miedo, de sentir, de verte y querer verte por el resto de los dias. De hablar contigo y sentir la misma sensación que sentí hoy. Y me hago daño, todos los días, a todas horas, cuando el día anterior me prometi que sería la ultima vez.
Me es inevitable.